Hoy en el autobús camino a clase una serie de variables fortuitas (o no) me hicieron introducirme en una serie de pensamientos.
Os cuento la situación: 14.35 aproximadamente, me dirijo (como ya he dicho) a clase en el autobús. Suena la canción de Ismael Serrano “Si se callase el ruido” en mi mp3. De repente, se detiene el autobús en un semáforo. Se para mi camino por unos instantes pero todo lo demás sigue su cauce. Los coches cruzan por la calle, las personas caminan, cruzan, un grupo de muchachitas se apresuran para coger el autobús que viene detrás. Pero yo no, yo estoy quieta, observando, viendo al mundo caminar.
“Si se callase el ruido, oirías la lluvia caer” dice la canción. Es cierto, hay demasiado ruido en esta vida, hay demasiado movimiento, demasiada prisa, demasiadas cosas que te impiden pensar, demasiados obstáculos que te hacen no echar de menos aquello o aquellos que están lejos de ti, demasiadas cosas en la lista de “cosas por hacer”, demasiadas sonrisas fingidas, demasiadas palabras banales, demasiados “demasiados”....
Pero yo, por un momento tuve el privilegio de desconectar. Sin embargo, en apenas unos minutos, una luz verde me hizo despertar y tuve que seguir el camino que tenía que seguir, continuar con el ritmo de las horas del reloj.
Esos demasiados me ganaron la batalla esta tarde, pero me dieron un respiro para conocerlos un poquito más. Ahora ya sé todo lo que se puede conseguir con un poquito de silencio.